lunes, 23 de agosto de 2010

IMPRESIONANTE REUNIÓN DE CÓMICOS (CON JIM CARREY)



¿Te imaginas a Jim Carrey, Will Ferrell, Dan Aykroyd, Chevy Chase... y a Ron Howard dirigiendo?

martes, 17 de agosto de 2010

“Phillip Morris, ¡te quiero!”: Ámame si puedes

Jim Carrey juega a equilibrar histrionismo y humanidad para dar vida a un personaje tan sorprendente como verídico. Una propuesta interesante, absurdamente polémica en Estados Unidos, donde no se ha estrenado en salas.

Policía, abogado, director financiero… estafador. Steven Russell (Jim Carrey) da con sus huesos en la cárcel, algo que, con su peculiar estilo de vida, es inevitable. Allí conocerá a Phillip Morris (Ewan McGregor), de quien se enamorará perdidamente y de quien jamás se separará. Más o menos. De una de esas existencias que merecen ser contadas nace “Phillip Morris, ¡te quiero!”, propuesta tragicómica basada en unos hechos tan sorprendentes como inequívocamente humanos novelados por Steve McVicker y transformados en guión cinematográfico por los también directores John Requa y Glenn Ficarra. Un debut prometedor tras las cámaras, por la suma de los elementos de la historia que manejan y por sus méritos artísticos como cineastas, pero que deja un poso amargo por las insinuaciones no materializadas de lo que pudo haber sido una película mayúscula.
Quizá por la propia extravagancia de la figura central, que exige unas ciertas licencias en el planteamiento narrativo y tonal del film, el mayor acierto de la dupla de realizadores sea empastar de un cierto halo de capricho el desarrollo completo de la película, que baila con sorprendente y concisa regularidad entre la gravedad dramática y los espasmos de hilaridad irrefrenable, amiga del absurdo en no pocas ocasiones. Para dibujar una mueca así en el espectador, que se mantendrá en un estado de constante expectación a lo largo de prácticamente todo el metraje, nadie mejor que Jim Carrey ─intérprete que nunca ha gozado de excesivos favores en nuestro circuito comercial─, que sitúa a su Steven Russell entre los recitales histriónico/profundos de “Man on the moon” y los desmanes faciales de “Mentiroso compulsivo”.
El protagonista cala a su personaje en su profundidad, en su lúbrica liviandad, en su (inicial) frustración homosexual, en su descarada falsedad laboral y familiar, en su irrechazable carisma indomable… en su extraordinaria complejidad humana, arriesgada en un dibujo fácilmente rechazable por algunos ─ni siquiera ha sido estrenada en salas en Estados Unidos, así están las cosas a día de hoy en el país de la libertad en lo tocante a la sexualidad más o menos explícita─ pero que no bosqueja sino la búsqueda del amor final y definitivo, objetivo tan loable como reprobable en el camino elegido para conseguirlo. Ewan McGregor, a quien vamos recuperando poco a poco, vuelve a demostrar que la sutileza bien entendida genera veracidad, emoción y honestidad, como perfecto anhelo inocente y angelical. Juntos, y a un tiempo separados, ambos pasarán por una aventura vital envuelta en una buena fotografía de Xavier Pérez Grobet y adornada por una banda sonora divertida y reconocible; pero el conjunto no toca al palco tanto como gustaría, precisamente por una difícil modulación estructural que impide méritos más notables. Con todo, un recomendable ejercicio de catarsis dentro de la catarsis.

Calificación: 6/10

“Phillip Morris, ¡te quiero!”: Amor mentiroso

“Phillip Morris, ¡te quiero!” se toma muy en serio su descripción de una felicidad construida desde el espejismo o el miedo a la decepción. Una película que desarma y deja al descubierto su músculo para la tragicomedia más seria.


“Phillip Morris, ¡te quiero!” viene marcada por la contradicción de su verismo. Un título nos advierte, en su inicio, de que lo que vamos a ver es una historia que realmente sucedió. A continuación, otro enfatiza que “realmente sucedió”. Nada llamativo en principio, si no fuera porque lo que sigue al anuncio es un imposible entramado de mentiras que se solapan hasta dinamitar la credulidad del espectador, un juego de espejos en el que pasajes increíbles son replicados con otros más increíbles si cabe, promoviendo una suerte de suspensión de la realidad en la que lo realmente increíble acaba siendo el título inicial que nos decía que todo era real.
Entendido como ese juego de espejos, la película de Glenn Ficarra y John Requa es un interesante esbozo de un tipo (Jim Carrey) capaz de emborronar su propia identidad desde la mentira patológica, o una válida reflexión de la forma en que esas mentiras pueden ser fruto o consecuencia de un amor incondicional. “Phillip Morris, ¡te quiero!” se toma muy en serio su descripción de una felicidad construida desde el espejismo o el miedo a la decepción: pese a un inicio que ofrece pistas falsas que apuntan a una recuperación del producto al servicio del histrión Carrey, pronto desarma y deja al descubierto su músculo para la tragicomedia más seria, una incluso capaz de mostrar sin tapujos las consecuencias últimas del SIDA (y paradójicamente, también dispuesta a utilizar sin escrúpulos la enfermedad como engranaje de su más descabellado giro).
Basada en una novela de Steve McVicker, todavía inacabada en el momento en que los realizadores tomaron primer contacto con el texto, este desconcertante romance gay quizá se entienda mejor como estado de ánimo cambiante y como espiral infinita en la que no pueden pretenderse demasiadas conclusiones. Steven (Jim Carrey) no aprende a dejar de mentir por amor, Phillip (Ewan McGregor) no aprende a dejar de amar al mentiroso, y es presumible que ambos iban a continuar así tanto como su historia se prolongara. La negativa a la evolución de ambos personajes no es, sin embargo, menoscabo de una cinta que más bien se empeña en asociar amor con ilusión, y en la que sus dos actores principales, más allá de lo llamativo del emparejamiento, quedan lejos de sus mejores versiones.

Calificación: 6/10

viernes, 6 de agosto de 2010

CRÍTICA A Philip Morris ¡Te quiero!


CON JIM CARREY NO HAY término medio. Cuando se contiene le queda el gesto contraído, con los músculos de la cara tensos, pidiendo a gritos que les dejen estirarse hasta límites cartoonescos. Algo parecido pasa con sus películas, que cuanto más sobradas están de excesos mejor entran. Y en Phillip Morris ¡Te quiero!, tras su apariencia de comedia clásica -¿soy yo o me imagino a Cary Grant haciendo el papel de Carrey perfectamente?-, no hay espacio para el comedimiento ni el recato. Gracias a una historia real, la de Steven Russell, un estafador homosexual que idea planes magistrales para vivir a todo trapo, fugarse de la cárcel o lo que sea menester, el dúo Ficarra-Requa(guionistas de la estupenda Bad Santa) ha logrado algo muy difícil: camuflar bajo la apariencia de convencional una película que no lo es en absoluto. Cruce imposible entre Atrápame si puedes, Cadena perpetua, El beso de la mujer araña, Lejos del cielo y Man on the Moon, Phillip Morris? triunfa cuando muestra los logros del Steven Russell embaucador pero decepciona terriblemente ocultando sus métodos para conseguir esas proezas. ¿Es más ingenioso él que los autores de la película? Es igual, quedémonos con dos buenas noticias para Jim Carrey: tiene una peli buena tras seis años horribles y por fin Almodóvar irá al cine a verle.

MANUEL PIÑÓN EN CINEMANIA.COM

miércoles, 4 de agosto de 2010

martes, 3 de agosto de 2010

EL 13 DE AGOSTO, ¡¡¡LA NUEVA PELI DE JIM!!!


Phillip Morris ¡te quiero! es la improbable pero cierta historia de Steven Russell (Jim Carrey), un vendedor de una pequeña localidad de Estados Unidos que no para de verse envuelto en problemas con la ley hasta acabar con sus huesos en la cárcel. Allí conoce a un presidiario, Phillip Morris (Ewan McGregor), del que se enamorará perdidamente. Russell será protagonista de hasta cuatro brillantes fugas del sistema de prisiones de Texas – todas ellas en nombre del amor.