sábado, 21 de abril de 2007

23. CRÍTICA EN ANTIEGOS

Muy bueno: Puede que no sea como para decir “muy bueno” pero, al menos a mí, me resultó divertido. Me refiero a que la película aprovecha la obsesión del personaje interpretado por Jim Carrey por el 23 y juega a que el espectador busque en la pantalla, sume y divida para descubrir el número oculto. Puede que, realmente, ésto resulte contraproducente ya que de forma inevitable distrae pero, para el que se aburra, es un pasatiempo alternativo.

Bueno: Siempre me han gustado esas historias de misterio con sabor a aquellas viejas series como Alfred Hitchcock presenta. Salvando las evidentes distancias, El número 23 cuenta una historia con aromas un tanto pulp, mezclando géneros y recursos. Desgraciadamente, lo que en las series quedaba resuelto en unas pocas secuencias, aquí se alarga hasta el absurdo y no exagero.

Regular: Siempre he creído que Jim Carrey es un actor al que, superando el prejuicio de su vena de cómico hiperbólico, le quedan muy bien los papeles de hombrecillo, de persona normal y corriente, de don nadie. Aquí interpreta a otro de esos personajes y, sinceramente, no creo que lo haga nada mal dadas las circunstancias. Me transmite esa sensación de que intenta ejecutar un estilo de nado perfecto en una piscina llena de cemento. Y pasa lo mismo con la maravillosa Virginia Madsen. Desperdiciados ambos, la película pierde inevitablemente.

Mal: Imagino que en un delirio egocéntrico y autoindulgente, Joel Schumacher considera que llenar las paredes de papeles escritos, iluminar con luz negra o marcar detalles en neón le dan a sus películas una estética concreta que le convierte en un auteur. Lo siento Sr. Schumacher, estas manías, a parte de darle al conjunto un tono bastante irreal, resultan horteras. Tiene detalles El número 23 que me recuerdan a Linea mortal, sin embargo aquella sí me gustó, puede que que fuese porque tenía diecisiete años menos y me pirraba por Julia Roberts (¿¡¡¡?).

Horroroso: Como ya he dicho, a pesar de que la película cuenta una historia con ciertas posibilidades asistimos estupefactos a una cagada tras otra y ello se debe al constante e irregular pulso de Schumacher y a sus manías estéticas. Quizá esté siendo demasiado duro. Vamos a ver, digamos que la película se queda en una curiosa cinta de intriga pero que finalmente no es más que otro producto para adolescentes. Horrible, el desenlace.
vía Antiegos

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