-En su vida no hay hijos adoptados, no es miembro de la Cienciología, no ha estado en una clínica de rehabilitación...
-Todo el mundo sabe dónde le duele y tiene algo que esconder. En un segundo puedo pensar en lo que me estoy perdiendo y deprimirme. Tuve la suerte de trabajar con Meryl Streep, una actriz que viaja sin pasado y que es muy humilde. No es necesario estar loco para ser artista. Lo importante es entender que todos estamos locos, ja, ja.
-Entonces, ¿de verdad no hay absolutamente nada que le saque de quicio?
-El amor, y no siempre. Cuando me enamoro me preguntó qué me pasa, por qué me he contagiado... Estas cuestiones me consumen. Y en el terreno espiritual estoy obsesionado con todas las religiones, pero en el buen sentido, es algo que disfruto. No tengo ninguna obsesión peligrosa. Las obsesiones se dan cuando quieres entender algo con urgencia.
-¿En estos momentos, está en horas altas o bajas?
-Estoy en un momento en que me siento sabio, iluminado, realizado personalmente, lo que ha sido mi meta durante mucho tiempo. He vivido muchas crisis de identidad, pero ahora sé quien soy y me siento cómodo en mi piel.
-Supongo que su novia, la modelo Jenny McCarthy, tendrá algo que ver con este momento feliz.
- Sin duda. Nuestra relación surgió en el momento adecuado. Jamás me he sentido más preparado para estar con alguien que ahora. en una relación como ahora. Soy feliz, más que nunca, y Jenny y yo queremos seguir haciendo el camino juntos, lo que es maravilloso.
-¿Y qué tal Virginia Madsen? ¿Ha sido una buena compañera?
-Soy lo suficientemente inteligente como para rodearme de actores que son mejores que yo y aprender con ellos. Este es el caso de Virginia, con la que, además, tuve química. Es una excelente madre, una gran persona y una actriz fantástica con capacidad para crear varios personajes en la película. Está igual de bien como madre atenta que como mujer sexy.
-Su ciudad, Hamilton, su región, Ontario, y su país ,Canadá, juntos son 23 teclas del ordenador. ¿Volvería a Haminton?
-Mañana mismo, es una gran ciudad.
-¿Puede el sentido del humor cambiar el mundo?
-No, pero puede hacerlo más agradable. Con mi trabajo pude conseguir que los demás disfruten durante un par de horas. Lo veo como una tirita sobre una herida: consuela, pero no cura.
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domingo, 22 de abril de 2007
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