jueves, 3 de mayo de 2007

DATOS SOBRE THE MAJESTIC

Capra y Stewart no están muertos

Frank Darabont está exultante con su nuevo film. Es como si hubiese conseguido la libertad condicional, exclama. El énfasis está justificado, ya que tras dos memorables historias carcelarias (Cadena perpetua y La Milla Verde), Darabont abandona los barrotes cinematográficos, y también los textos de Stephen King en los que hasta ahora había basado su escueta filmografía, para narrar una historia con más toques a lo Frank Capra que nunca. Si Capra fuera un género, afirma, esta sería una película Capra. Lo supo en cuanto leyó el guión que le dejó delante de la puerta Michael Sloane, compañero suyo en la escuela (uno de los 18 que han participado en el film), y que encandiló al cineasta; tras leerlo aquella misma noche, al día siguiente se comprometió a dirigirlo. Para lo que él mismo llama su carta de amor a Frank Capra, Darabont buscó y encontró a su James Stewart particular, Jim Carrey: Es masculino, guapo, romántico... a pesar de todos los papeles alocados que ha hecho, siempre he tenido la sensación de que era una especie de Jimmy Stewart joven. Así que lo veía para el papel, siempre que pudiera prescindir de su parte alocada.

Jim, serio

Dice Darabont que la presencia de Jim no cambió el tono del film, sino que fue Jim el que cambió para la película. Los elogios no acaban aquí. Si las incursiones de Carrey en el drama (El Show de Truman, Man on the Moon) habían sido hasta ahora muy aplaudidas, para Darabont su personaje en The Majestic supone un paso más en su consagración como actor serio: No hay trucos en su interpretación. Por primera vez en su carrera, la gente va a ver al auténtico Jim. Puedo decir, con cada gramo de convicción de mi cuerpo, que este es su mejor papel.

And the Oscar goes to...?


No será Carrey el que diga que Darabont no tiene razón. El actor cree haber encontrado su punto fuerte: Siempre he querido ser esa especie de mago, pero ahora me he dado cuenta de que la verdadera magia está en que soy como cualquier otra persona. No es la primera vez en su filmografía que Carrey tiene que enfrentarse a un doble papel; si en Yo, yo mismo & Irene se desdoblaba al servicio de los Farrelly, aquí se convierte en un guionista perseguido por el macarthysmo y en un soldado desaparecido que vuelve a casa. Los días en que era Pete, el guionista, me sentía cansado, cuenta. En cambio al interpretar a Luke crecía, literalmente, tres centímetros. El encargado de vestuario me decía: ¿Cómo puede ser que este traje hoy no te vaya bien? Si tuviera que compararlos con animales, Pete sería la hiena y Luke el león. Por lo que respecta a la amnesia de su personaje, Carrey se la ha tomado como si se tratara de un alivio, una excusa para dejarlo todo. Creo que si no sabes quién eres no tienes expectativas que llenar, aunque, claro, otros actores lo hubiesen encarado de otra forma. Con El Show de Truman y Man on the Moon el nombre de Carrey sonó mucho de cara a los Oscar, tras su triunfal paso por los Globos de Oro, aunque luego se quedó sin nominación; ¿es algo que le preocupa? Creo que es fantástico que la gente se fije en eso. Dice algo sobre la confianza que me tienen, y creo que hay un montón de gente que piensa que lo merezco. Pero que me lo den no depende de mí. Aceptaré todas las bendiciones que Dios tenga pensadas para mí. Y eso, según Carrey, quiere decir que... que me preocupo por mi trabajo. Si eso, de alguna forma, quiere decir que mi trabajo complace a mis colegas de profesión, mejor.

Buenos colegas

En el rodaje, uno de sus colegas de profesión fue Martin Landau, al que Carrey admira: Me recuerda a mi padre. Martin puede ser sutil, y también puede ser el maníaco más insano que te puedas imaginar. Puede elegir lo que quiera. Tiene un montón de armas que sabe utilizar, y es muy agradable estar con él. Laurie Holden, rostro familiar de la serie Expediente X, Amanda Detmer, Bob Balaban o David Ogden Stiers completan el cast, que tiene los cameos vocales de Matt Damon, Sydney Pollack o Rob Reiner, y también un film dentro del film, Sand Pirates of the Sahara, las escenas del cual filmó el propio Darabont: Tuve que rodarlo en blanco y negro, la grúa botaba cuando la movíamos, el escenario parecía de cartón... ¡Era perfecto!

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