jueves, 3 de mayo de 2007

ENTREVISTA A CARREY Y JENNIFER ANISTON

Jim Carrey vuelve a la comedia, después de la seria ¿The Majestic¿. Por otro lado, esta puede significar la consolidación de Jennifer Aniston como algo más que la Rachel de la serie ¿Friends¿. En la divertida ¿Como Dios¿, ambos comparten protagonismo en su primera película juntos. Por eso, FOTOGRAMAS los ha reunido en esta conversación, de la que se deduce que se han hecho bastante amigos.

Ante estrellas como Jennifer Aniston y Jim Carrey es imposible mantener la compostura. Juguetones, graciosos natos, más listos que el hambre, zalameros, responsables y conscientes de lo que están haciendo, hacen la labor del entrevistador una tarea, más que agradable, desternillante. Carrey luce una sonrisa permanente. Parece tranquilo. ¿Tiene la culpa su hija? El actor acaba de ganar una batalla legal contra su ex esposa Melissa. Esta le pedía un aumento de la pensión de 10.000 dólares mensuales que el actor le pasa para mantener a la hija que tienen en común, Jane, de 15 años.

FOTOGRAMAS: ¿Hay algún mensaje oculto en Como Dios?

JIM CARREY: Supongo que lo que le quiero decir a mi público es que estoy muy agradecido por poder hacer lo que hago, por la mera idea de que me consideren divertido, por ser capaz de hacerles reír. Pero también creo que soy capaz de contar historias, que puedo llorar con la misma facilidad con la que me río. Que no voy a ser yo quien ponga límites a mi carrera.

JENNIFER ANISTON: Mírame a mí. El hecho de hacer un drama como The Good Girl me ha dado carta blanca como actriz por un par de años más, algo que nunca lograron mis comedias románticas.

J.C.: ¡Exacto! Ya sé que uno quiere que todo lo que hace sea extremadamente popular, pero también he aprendido que no todo lo que ocurre es culpa mía; que el trabajo que hicimos en The Majestic fue muy bueno y que aprendí mucho de Martin Landau, así que, si el material no encontró su público, qué le vamos a hacer, no se puede ganar siempre. Porque, sinceramente, no creo que la audiencia esté ahí sentada esperando únicamente a que les haga reír.

J.A.: Claro que contigo es difícil no reírse todo el tiempo.

F.: ¿Cómo se prepara una para trabajar con Carrey? ¿Son muy diferentes sus métodos de trabajo?

J.A.: Mucho. A él le gusta hacer muchas, muchas, pero que muchas tomas de cada escena.

J.C.: No es la primera vez que me lo dicen, pero es que en ocasiones uno tiene que luchar todo el día por esa línea que no acaba de ver en su sitio, y eso se convierte en una obsesión, lo reconozco. Pero mejor esto a que me dedique al robo a mano armada.

J.A.: Lo entiendo, pero yo vengo de la televisión, un medio en el que se rueda más rápido, y fue todo un reto seguir manteniendo la frescura tras repetir lo mismo 40 veces. Aunque también fue un reto poder ver su energía al estar tan cerca.

J.C.: Yo creo que lo que quizás más te ha impactado es ver que las tomas siempre me salen diferentes. No tengo ni idea de lo que voy a hacer hasta que lo hago. En ocasiones es una idea que se me cruza y otras elaboro la acción desde el texto. Eso sí, en el momento en que se me ocurre cómo enfocar la escena, tengo que comenzar a caminar, levantarme y caminar. No te creas que se diferencia mucho de El Show de Dick Van Dyke


F.: Dada la premisa de Como Dios, es inevitable preguntar qué sería lo primero que harían en el caso de ser Dios por un día.

J.A.: No hay mejor Dios que Morgan Freeman, ahí, todo vestido de blanco. Un tipo fenomenal, y mira que el único momento en que coincidimos fue en una de esas largas noches de rodaje en la que estábamos destrozados, pero me dio un abrazo tremendo.

J.C.: Morgan es todo un personaje. Tiene esa especie de rayo láser en la mirada que te puede freír el alma si te quedas mirándole mucho tiempo.

F.: Pero, en su caso, ¿qué sería lo primero que harían de ser Dios Todopoderoso?

J.A.: Es imposible hablar de estas cosas sin que alguien en algún sitio te tome por un blasfemo. Yo me quedo con la idea de la película, de promocionar el amor y no meter mano en la voluntad de cada uno. Y en última instancia, espero que la gente se lo pase bien.

J.C.: Sí, eso mismo. Dar de comer a los pobres, sanar a los enfermos y concederme el don de la invisibilidad para poder entrar en el probador de señoras sin ser visto.

J.A.: Está claro que es difícil hablar de algo espiritual en una película comercial con Jim Carrey.

J.C.: ¡Qué quieres! No tengo grandes planes para cambiar el mundo pero me encantaría poder arreglarme los juanetes. Especialmente el del pie derecho. Tampoco me importaría ser Gandhi por un día y vivir en ese lugar en el que es posible poner la otra mejilla y todas esas cosas que son tan difíciles.

F.: No sé a nivel espiritual, pero físicamente su aspecto es cada vez más cercano al de Gandhi. ¿Se trata de su próxima película?

J.C.: Siempre me ha gustado estar delgado. De hecho, peso lo mismo que cuando tenía 19 años, algo que me cuesta un poco de sacrificio, pero me gusta estar en forma; no tanto por trabajo, sino por mí.

Carrey (41 años) y Aniston (34) se han entregado al máximo en esta comedia donde las únicas anécdotas están en las tomas descartadas del final, en las que se puede observar la mayor debilidad del actor: Los errores siempre me hacen reír. Es que no falla, reconoce a carcajadas. Aniston también se ríe, pero de felicidad, dado el momento que está disfrutando esta joven cuya única meta en la vida no era el éxito sino ser feliz.

F.: ¿Qué les espera a ambos en un futuro próximo?

J.C.: Eternal Sunshine of the Spotless Mind, dirigida por Michel Gondry y junto a Kate Winslet y otros superactores como Elijah Wood o Kirsten Dunst. El guión es de Charlie Kaufman. Se trata de una historia maravillosa en la que mi personaje está enamorado de una joven que se ha borrado todos los malos recuerdos de su memoria, un proceso nuevo que, llevado por la desesperación, él también prueba. Pero cuando está en ello, y a medida que se van borrando los malos recuerdos, se da cuenta de la pasión que siente por ella y de cómo la amaba, e intenta parar el proceso.

J.A.: Mi próxima película se titula Captured, una comedia junto a Ben Stiller dirigida por John Hamburg donde interpreto a Polly, una joven muy liberal y a la que le gusta mucho ir de un lado para otro, con una cierta fobia a todo lo que signifique una relación y un compromiso, aunque, por supuesto, se deje encandilar por todo lo que le ofrecen.

F.: Dos historias muy románticas para dos de las estrellas más envidiadas de la pantalla.

J.A.: No hay para tanto. A mí la gente no me dice que me envidia.

F.: Pero con el éxito que subraya un Emmy, un Globo de Oro y un marido como Brad Pitt, su situación seguramente es envidiada... y además su marido le llenó una habitación de rosas.

J.A.: No fue toda la habitación pero estuvo cerca. Había rosas por todos los lados y había escrito te quiero con pétalos en la pared. Algo muy bonito.

F.: ¿Un paso más hacia la maternidad?

J.A.: Sí, queremos formar una familia. Probablemente en un año o dos, quién sabe.

J.C.: Yo tenía 25 años cuando nació mi hija Jane, y ese sí que es un momento divino. Algo que te hace crecer y te demuestra que es mucho más divertido no pensar todo el tiempo en ti mismo. En la actualidad paso mucho rato con mi hija en casa, escuchando a Queen en un maravilloso equipo estéreo. Toda la casa es un equipo de sonido ¿Si estoy abierto a otras relaciones? Sí. ¿Si busco pareja? Pues no. Soy un romántico, y me divierten las relaciones, pero ahora mismo prefiero disfrutar de mi carrera y de mi hija, las mayores bendiciones que tengo en mi vida.
Jennifer Aniston nunca quiso ser solo una estrella televisiva. Lo empezó a demostrar en 1996 con Ella es única, de Edward Burns. Pero, el fracaso de Novio de alquiler (Glenn Gordon Caron, 1997), Mucho más que amigos (Nicholas Hytner, 1998) o Rock Star (Stephen Herek, 2001) hizo dudar de su calidad como gran estrella, pero con su papel en el film independiente The Good Girl (Miguel Arteta, 2002) subió enteros en la industria y demostró que sí sabía actuar. Y quizás fue por este último papel que pensaron en ella para este proyecto, al que llegó sin acabar de leerse el guión, pero con ganas de consolidar su carrera en el cine. Eso sí, Aniston quería de Grace, su personaje en Como Dios, algo más que la niña bonita (y más bien modosa) de las anteriores comedias de Carrey: Renée Zellweger, Lauren Holly, Maura Tierney, Courteney Cox... Y así es como Aniston acabó siendo la voz de su conciencia.

Desde que Jim Carrey rodara Ace Ventura, un detective diferente, de Tom Shadyac, en 1994, Jim Carrey es uno de los cómicos más respetados de su generación. Sus siguientes papeles en el género ¿La Máscara (Chuck Russell, 1994), 2 tontos muy tontos (Peter y Bobby Farrelly, 1994), Mentiroso compulsivo (T. Shadyac, 1997), Yo, yo mismo & Irene (P. y B. Farrelly, 2000) o El Grinch (Ron Howard, 2000)¿ no hicieron más que corroborar su poderío en la comedia. Pero Carrey tiene una asignatura pendiente: nadie parece tomarle en serio, y así lo demuestran los batacazos sufridos cada vez que se ha decantado por el drama: Un loco a domicilio (Ben Stiller, 1996), Man on the Moon (Milos Forman, 1999), The Majestic (Frank Darabont, 2001) o incluso El Show de Truman (Peter Weir, 1998) no demostraron el mismo ímpetu que sus comedias.

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